martes, 28 de enero de 2014

No te pierdas ni un solo beso verdadero, no vuelven...

A dónde irán los besos. Victor Manuel

El largo adiós.

Todo el mundo coincide en señalar, que las enfermedades asociadas al síndrome de Alzehimer, son mucho más duras para los familiares que para los propios enfermos.

En mi familia, llevamos luchando contra esta enfermedad tres largos años; mi madre ha empeorado bastante en estos últimos meses, aunque por fortuna todavía mantiene un grado de autonomía lo bastante grande en comparación con lo que está por venir.

La dureza de esta enfermedad, no es el hecho de ver tan vulnerable e indefensa a la persona que ha cuidado de ti tantos años, y que pensabas que siempre lo haría; tampoco hallamos esta dureza en las lagunas mentales que tiene esta persona, hasta llevarla al punto de no reconocer a su marido a sus hijos. En el primero de los casos ese sentimiento de indefensión, las familias lo compensamos con amor, mucho amor, o como todo el mundo me receta, paciencia y cariño; en el segundo de los casos, ella tiene lagunas en las que no nos reconoce y sabemos que con el tiempo no nos reconocerá, pero nosotros a ella sí, por lo que nuestro vínculo de unión permanecerá.

Lo peor de esta enfermedad, es que a los cuidadores, nos mantiene en una perenne despedida; todos los días nos despedimos un poco de ella, porque no sabemos si será la última vez que la veremos o que podremos hablar con ella, en uno de esos momentos de lucidez. El largo adiós es la más amarga de las despedidas.

Esa sensación de que en un solo minuto, su cerebro haga click y borre tu imagen para siempre, es angustiosa porque sabes que ella físicamente seguirá estando, pero mentalmente la has perdido para siempre. Por este motivo, desde mi experiencia de estos años como cuidador, he llegado a la conclusión que lo único que se puede hacer con un padre o madre con Alzehimer es darle muchos besos y abrazos (nunca sabes cuando van a ser los últimos que disfrute).

Si tuviéramos claro que la vida es un largo adiós, yo creo que nos daríamos muchos más besos y abrazos de los que nos damos, no tendríamos miedo a querer y nos daríamos cuenta de que al final, es lo único que nos llevamos, ¿dónde irán los besos que no damos?

Desde aquí mando un fuerte abrazo a todos los que tienen algún ser querido con Alzehimer y les animo a contactar conmigo si necesitan desahogarse.

lunes, 13 de enero de 2014

Memorias del corazón

My father´s eyes. Eric Clapton

No admiro el pelo de mi padre, sino su coraje.

Hace años un estúpido obispo (tontos en todos los lados ahí) me preguntó de forma jocosa delante de una multitud si no envidaba el pelo de mi padre; aquellos que nos conocen saben que yo no tengo ni un pelo de tonto y él a sus 76 añazos no tiene ni siquiera apenas canas; me quedé por aquel entonces parado sin saber contestar pero ahora unos cuantos años después, tengo una respuesta clara, no admiro su pelo admiro su coraje.

Tal y como he escrito últimamente la enfermedad de mi madre y la situación laboral y económica por la que estoy pasando, me estaban golpeando con dureza, siendo el golpe definitivo el encontronazo con un profesor de la universidad (tontos en todos los lados ahí). Un par de meses después, tras meditar mucho sobre todo, me he dado cuenta que lo único que necesito para superar esta depresión y coger fuerzas es mirar a los ojos de mi padre.

Es un ejemplo de honradez, constancia, humildad y amor; lo que está haciendo con la enfermedad de mi madre se llama AMOR, y lo que ha hecho en toda su vida no tiene nombre. Por desgracia para él, nunca ha estado afiliado a unas siglas para recibir un homenaje por su trayectoria profesional, eso se lo dejamos a chupones indecentes que no han hecho la o con un canuto y a sus amigos políticos que solo saben poner la cara para la foto; aunque como él dice siempre, mejor que no te den homenajes porque aquellos que los dan siempre esperan recibir algo a cambio.

Hoy, a falta de una semana llena de exámenes, los ojos de mi padre vienen a mi rescate, para decirme que todo lo que haga de corazón saldrá bien, y si no sale bien, al menos no me quedaré con la duda de haberlo intentado.

miércoles, 8 de enero de 2014

The sounds of silence. Simon and Garfunkel

Entre sombras y ruido.

Llevo viviendo algunos meses entre sombras, escuchando mucho más ruido del deseable por cualquier persona. Esta situación que a momentos se vuelve insostenible está convirtiéndose de nuevo en una depresión que me amarga la existencia y agría mi carácter.

Hace un par de años mi madre enfermó de Alzehimer y es ahora cuando la enfermedad empieza a golpear con dureza a todos. Ella cada vez tiene lagunas mayores que producen en nosotros desasosiego y a momentos una sensación de impotencia para la que no encuentro palabras que puedan describirla.

Para colmo, después de muchos años ganándome la vida, mi trabajo este año ha tocado fondo y me deja en una delicada situación, ya que no puedo evitar pensar que no sirvo para nada y que toda mi vida ha sido un fracaso y un engaño.

El factor detonante ha sido el trato injusto y cruel que me ha dado un profesor en la universidad, afirmando que mi brillante expediente es una deshonra para la facultad y que no se explica cómo lo he obtenido, insinuando que copio en los exámenes, además de valorar mis problemas personales simplemente como temporales ya que mis padres morirán pronto y que todo está sujeto al azar. Este señor (por llamarlo de alguna manera) hizo una referencia directa a los años de paro y hambre que me esperan para terminar de rematar la faena.

Todos estos factores minan mi moral, me roban las ganas de luchar y me intentan hacer bajar la cabeza, pero anoche mientras el insomnio hacia de las suyas, algo pasó; me dije que tenía que cambiar la actitud, que siempre he salido adelante y que siempre lo haré, que no puedo hacer nada por cambiar la situación de mi madre, ni mi situación laboral respecto a mi anterior trabajo (eso no depende de mi), pero sí hay una cosa que puedo cambiar....puedo demostrarme a mi mismo que lo que ese profesor inepto dijo es mentira, puedo terminar este año mi carrera con un expediente brillante, porque pase lo que pase en estos exámenes, ya lo es.

Y no es brillante porque mis calificaciones lo sean, sino porque durante estos años he intentado ayudar a todo el mundo que me ha pedido ayuda, porque he explicado mucho más que algunos profesores como el papanatas este y porque he demostrado que con voluntad todo es posible (incluso sacarse una carrera sin apenas conocimientos previos); pero la más importante demostración ha sido corroborar lo que he aprendido de mi familia, que la inteligencia no siempre significa tener un título, que el esfuerzo no vale de nada si no es en nombre del corazón y que el fin no justifica los medios.... Todo eso no me lo ha enseñado la universidad, eso me lo ha enseñado mi vida, mi familia.

Ahora me quedan 3 exámenes, no sé que pasará, pero a partir de mañana me comeré los libros como hasta ahora y luego en las prácticas en el colegio seguiré dejando constancia de la huella que mi vida y mi familia han dejado en mí.

Afortunadamente, las sombras y el ruido dejan paso de nuevo a la luz y el sonido del silencio.