Bueno, Domingo por la mañana, he descansado bastante bien a pesar de haber estudiado hasta tarde, hay que ver ahora a la vejez de nuevo con los dichosos verbos pero bueno empecé este camino y pienso acabarlo cuanto antes y lo mejor posible, nadie me dijo que fuera fácil.
El caso es que me dispongo a eso de las 9.30 a ir a jugar mi partido de tenis para quitar algo de nervios y a ser posible recuperar algo de la forma pérdida estos meses de estudio y vida algo más sendentaria.
Cuando voy con mi coche camino del club de tenis, veo como mi ruta habitual esta cortada y tengo que ir por otro sitio debido a la maratón de Albacete.
Cuando paro en un semáforo veo que dejo pasar a un muchacho más o menos de mi edad con dos muletas y algún tipo de enfermedad que le impide andar, practicamente va arrastrando sus piernas sólo con la fuerza de sus brazos, me recuerda a un amigo mío que tiene el mismo problema y se niega a usar la silla de ruedas siempre.
La verdad es que me dio por pensar en la gente que día a día supera el maratón de la vida, gente pequeña que hace cosas extraordinarias sin necesidad de salir en ningún medio de comunicación posando con una copa y una corona de laurel al cuello.
Supongo que en nuestra sociedad este tipo de triunfos no tienen repercusión, supongo que educamos a nuestros jóvenes para que sientan que el triunfo es sólo llegar el primero, ser el más rápido, el más listo y olvidamos que a veces ser el mejor no significa ser el primero.
Ser el mejor simplemente es abrir los ojos todos los días, dejar a un lado nuestro miedo y salir a correr la maratón de la vida usando nuestro corazón y nuestro cerebro en lugar de nuestras piernas.
lunes, 11 de mayo de 2009
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