El sabor de la alegría, reconforta al pasajero que abandona su ciudad en un viejo tren, pero que sabe que volverá pronto a casa para reencontrarse con sus seres queridos.
El sabor de la alegría es la risa de un niño inocente que no tiene ni idea sobre la economía ni la crisis.
La alegría se saborea poco a poco, porque no seriamos capaces de asimilar toda de golpe.
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