A la gente le encanta decir tonterías, meterse en cosas ajenas y sobre todo intentar desanimar a los demás o incluso quedar por encima de ellos.
Llega un momento en la vida en que te das cuenta que la gente que te habla o que te dice tonterías no merece la pena perder ni un segundo en escucharlos porque lo único que pretenden es crear en nosotros confusión y duda.
El secreto de la vida reside en poder discernir sobre las palabras que debes de escuchar y las que no merecen la pena ser escuchadas pero sobre todo reside en aprender a escucharse uno mismo.
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