martes, 29 de diciembre de 2015

El Dios de la buena muerte.

Cuentan que a lo largo de la historia de la humanidad, los soldados se han encomendado al Dios de la buena muerte, esperando misericordia de lo desconocido en esos últimos momentos de agonía. Hace unos años aprendí a implorar por la vida de mis seres queridos, egoístamente quería tenerlos conmigo mucho más tiempo, pero el destino en muchos casos me privó de ellos y en otros casos me ha enseñado que a veces las prorrogas son igual o más dolorosas que los finales anticipados.

No sé que me ocurre en este final de 2015, solo pienso en la tranquilidad que aporta la muerte; para nada estoy pensando en sucidarme ni cosas por el estilo, eso sería cobarde, simplemente pienso que sería genial poder un buen día, no despertar y decir vamos a la siguiente fase, porque en la inmensidad de la noche, siento que mi tiempo aquí se ha pasado.

Siempre he sido una persona rara, de las que necesitan meditar y pensar, ahora me he dado cuenta de que quizás tengo que pensar menos y actuar más, vivir a mi manera y rogar al Dios de la buena muerte que cuando me llame a su lado, sea de la manera más dulce posible y sobre todo menos dolorosa para todos aquellos que me rodean.

En fin, supongo que salvo sorpresa, aún tendréis que aguantarme por aquí algunos años más, supongo que a mi destino todavía le faltan algunas pruebas, así que nos vamos viendo....

No hay comentarios: