sábado, 17 de octubre de 2015

La vida es un vals. Diego Torres

El escondite del alma.

Muchas veces escondemos lo más profundo de nuestro alma porque no queremos volver a sufrir desilusiones pasadas o simplemente porque ante situaciones que se escapan de nuestro entendimiento queremos parecer fuertes.

Otras veces, es el propio alma la que busca refugio en un nido de almas al que llamamos grupo de amigos y familia; lamentablemente estos refugios no son permanentes y antes o después, nuestra alma vuelve a vagar por senderos de soledad.

Últimamente vuelvo a vivir en soledad aunque esté rodeado de gente. Nadie parece entenderme, nada parece consolarme y solo me apetece gritar lo cansado que estoy de la vida. Me da pena reconocer esto, porque la verdad es que no me puedo quejar, con altibajos parece que todo va saliendo pero me aterra comprobar el final de ciclo que lleva ocurriendo en mi familia desde hace años y sobre todo me aterra comprobar las cosas que no puedo hacer aunque quiera y que seguramente jamás haga.

¿Será una crisis de los cuarenta adelantada? No tengo ni idea, aunque no creo mucho en crisis marcadas por la edad pero sí, creo, en crisis marcadas por la existencia. Siempre me han considerado mis amigos una persona fuerte, un tipo decidido que ha hecho las cosas cómo ha querido y lo qué ha querido, pero para nada me considero así.

Supongo que lo único que puedo hacer es seguir caminando, seguir avanzando, disfrutar de las pequeñas cosas de la vida y el tiempo dirá.

martes, 13 de octubre de 2015

One more time....show must go on.....

Hay dolores y dolores.

Hay dolores que machacan el cuerpo y hay dolores que destrozan un alma. A lo largo de la vida, todos aguantamos dolores de ambos tipos, siendo los segundos, los más difíciles de soportar.

Cuando miro atrás, comprendo todo lo que he pasado y cuando mira hacia delante, no puedo evitar pensar lo que me espera con angustia. Nadie está preparado para un futuro que no sabe si llegará, es por ello que debemos aguantar el tipo y saborear el presente, sin muchas esperanzas en vivir en futuro incierto y que en el mejor de los casos estará lleno de ausencias.

Ausencia de nuestros padres, ausencia de algunos de nuestros amigos y sobre todo...ausencia de nuestra juventud, que se nos escurre por las manos sin poder remediarlo. Añoro todos los días la juventud perdida, en la que los problemas parecían pequeños, en los que el perdón se pedía y concedía con un beso sincero, en los que la inocencia ocupaba el lugar principal que nunca debió abandonar.

Más allá de la vida, no sé si existe un cielo, no sé si existe un infierno, pero de lo que estoy seguro que en estos 38 años los he visitado varias veces aquí. Por otra parte, sí creo en los demonios y en los ángeles, ya que he visto demasiados ejerciendo cada uno su papel en esta pequeña obra de teatro que es la vida.

Corren tiempos duros, pero como ya he dicho más de una vez. el show debe continuar hasta que caiga el telón......