viernes, 11 de marzo de 2016

El arte de morir.



A lo largo de mi vida he aprendido que uno tiene que estar preparado para la muerte. Tener todas las cuentas saldadas y el equipaje listo para embarcar. A esta forma de pensar la llamo el arte de morir.
                A muchos la muerte les asusta, les llena de pavor pensar en que no van a poder disfrutando de una vida que creen plena; en mi caso, aprendí hace algunos años en un hospital que la vida es una experiencia pasajera y que la muerte es definitiva, ya que quieras o no quieras, joven o anciano, sano o enfermo, siempre te alcanza.
                No me asusta dejar este mundo atrás y reunirme con algunas personas que se han ido antes que yo, simplemente sé, que antes, tengo que resolver unos pequeños flecos. Tengo que llorar a mis padres y presentarme a una oposición tal y como le prometí  a quizás la única persona que he amado. Después de eso, seré libre, habré cumplido lo acordado y estaré preparado.
                Esto no es una carta de despedida, ni un aviso de suicido, simplemente es la reflexión de una persona privilegiada a la que la vida le ha dado tanto que al mismo tiempo,  le ha ido robando personas y momentos importantes. Estos últimos años de decrepitud de mis padres, me han hecho darme cuenta de lo importante que es morirse bien, no haciendo daño a nadie, dejando atrás un buen recuerdo y lo más importante en paz con uno mismo.
                Últimamente solo encuentro personas que intentan desequilibrar mi frágil equilibrio, cuando me conocen se empeñan en hacerme ver lo equivocado que estoy por pensar en la muerte como un último acto de redención, siempre les digo lo mismo, deberías ponerte en mis zapatos una semana antes de opinar.
                Supongo que aún me queda tiempo para cuestionarme el modo y la manera en la que antes o después me iré, pero no me agobia, aún tengo asuntos pendientes para honrar al arte de morir.

No hay comentarios: