lunes, 5 de enero de 2015

La pura realidad.

La pura realidad es que el tiempo es relativo. Nadie sabríamos a ciencia cierta delimitar en minutos, horas o años los momentos en los que hemos sentido felicidad completa. Por otro lado, del mismo modo tampoco podemos contabilizar de manera exacta el tiempo en el que nuestra alma ha sufrido un dolor tan profundo como el océano.

Mi madre padece Alzehimer desde hace 4 años, su deterioro cognitivo y físico es evidente conforme pasa cada día y a pesar de ellos, hay momentos en los que su enfermedad nos proporciona momentos de alegría, aunque evidentemente, son muchos más los momentos en los que la sombra de la tristeza se dibuja en nuestra cara.

En un primer momento, pensé en escribir un pequeño diario con el desarrollo de la enfermedad (mucha gente lo ha hecho y dicen que es una gran ayuda tanto para los propios afectados como para otras personas), pero decidí no hacerlo.

Tomé la decisión, porque me negué a contabilizar el tiempo, a resumir lo bueno y lo malo de nuestro día a día en un anecdotario, ya que si algo aprendí de mis años más oscuros, es que nunca más quiero volver a pensar que he desperdiciado llorando x años o que tuve y años de felicidad ininterrumpida

Cuando nos empeñamos en atrapar el tiempo en un reloj, cae sobre nosotros la maldición de la ansiedad y de las prisas. De repente, nos urge encontrar el amor y la felicidad completa, sin darnos cuenta de que es una quimera, ya que solo podemos aspirar a encontrar pequeños momentos y espacios en los que afirmar que hemos amado y hemos reído con todo el corazón.

Algún día, todos moriremos, en mejores o peores condiciones, dejando un legado a los demás o sin dejar nada, incluso algunos como mi pobre madre sin apenas recuerdos de su familia cercana, pero bajo mi punto de vista, la clave está en dejar en cada momento tu esencia en todo lo que haces.


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