sábado, 17 de octubre de 2015

El escondite del alma.

Muchas veces escondemos lo más profundo de nuestro alma porque no queremos volver a sufrir desilusiones pasadas o simplemente porque ante situaciones que se escapan de nuestro entendimiento queremos parecer fuertes.

Otras veces, es el propio alma la que busca refugio en un nido de almas al que llamamos grupo de amigos y familia; lamentablemente estos refugios no son permanentes y antes o después, nuestra alma vuelve a vagar por senderos de soledad.

Últimamente vuelvo a vivir en soledad aunque esté rodeado de gente. Nadie parece entenderme, nada parece consolarme y solo me apetece gritar lo cansado que estoy de la vida. Me da pena reconocer esto, porque la verdad es que no me puedo quejar, con altibajos parece que todo va saliendo pero me aterra comprobar el final de ciclo que lleva ocurriendo en mi familia desde hace años y sobre todo me aterra comprobar las cosas que no puedo hacer aunque quiera y que seguramente jamás haga.

¿Será una crisis de los cuarenta adelantada? No tengo ni idea, aunque no creo mucho en crisis marcadas por la edad pero sí, creo, en crisis marcadas por la existencia. Siempre me han considerado mis amigos una persona fuerte, un tipo decidido que ha hecho las cosas cómo ha querido y lo qué ha querido, pero para nada me considero así.

Supongo que lo único que puedo hacer es seguir caminando, seguir avanzando, disfrutar de las pequeñas cosas de la vida y el tiempo dirá.

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