lunes, 23 de noviembre de 2015

El sentido de la vida.

Hoy me preguntaba una de mis enanas loquitas que no entendía el sentido de la vida. Esta niña de 3º de Primaria, no entiende la razón de nuestro nacimiento si después estamos condenados a la muerte.

Es sorprendente trabajar con niños, porque nunca sabes por dónde te van a salir y sobre todo ante este tipo de preguntas te ves en la tesitura de ser sincero con ellos (algo que siempre intento) y a la vez no traumatizarlos demasiado. Así que allá va mi respuesta (evidentemente con vosotros comparto la versión adulta).

El sentido de la vida es personal, cada uno intentamos justificar nuestra existencia larga o corta en función de unas circunstancias que nos rodean. A veces, algunos pensamos que el sentido de la vida lo da el dinero, la familia, el trabajo o el poder. Otras veces, muchos pensamos que el sentido de la vida se encuentra en no olvidar demasiado al niño que has sido y conseguir mantenerlo vivo en nuestro interior, porque el día que dejas de ser niño estás más cerca de ser un anciano e irremediablemente de la muerte. Otros tantos, no perdemos de vista a la muerte como parte de la vida e intentamos valorar cada pequeño segundo, cada pequeño gesto, cada beso, cada momento de felicidad y placer porque sabemos por experiencia propia que la muerte y la enfermedad te acecha a cada momento.

El acoso al que nos somete la muerte, la enfermedad y el sufrimiento no es negativo, simplemente sirve para recordarnos que los momentos de felicidad y placer merecen ser aprovechados al segundo, porque al final todos llegamos al mismo lado y todos nos llevamos lo mismo.

Quizás la versión que más me gusta, es aquella que señala la importancia de disfrutar la vida, haciendo el mínimo daño posible e intentando ayudar de vez en cuando a los demás. He observado que es lo que hacen los niños, así que supongo que el sentido de la vida se encuentra en pequeños gestos diarios que nos sacan o sacan una sonrisa.

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