lunes, 2 de noviembre de 2015

La huida.

Llega un momento en la vida en el que creo que llevo toda mi vida huyendo. Mucha gente me llamará exagerado, pero es cierto que he tenido que correr como si no hubiera mañana en numerosas ocasiones.

Para determinadas cosas creo que crecí muy rápido, para otras muchas creo que no tanto. Pienso que uno nunca es lo suficientemente maduro para asimilar el dolor que la vida te produce en forma de muerte y enfermedad.

Incluso hoy en día, huyo de ciertas cosas que lamentablemente siempre me acaban de alcanzar, por mucho que corro, el dolor, la soledad y el miedo me acaban alcanzando. La mayor parte del tiempo, me siento orgulloso porque consigo controlar mi parte irracional que se esconde en esos sentimientos, pero en otros me siento vulnerable e indefenso ante una vida que me viene y me golpea.

Afortunadamente, desde hace un tiempo comprendí la levedad de la vida y lo insignificante del espacio y el tiempo porque vivimos de prestado y estamos de paso. Una parte de mí está ansiosa por comprobar lo que hay después de la vida, otra entiende que aún le quedan muchas cosas por hacer aquí.

Supongo que lo único que puedo hacer es seguir huyendo hacia delante, una fuga constante y eterna.

No hay comentarios: