El tiempo

Un buen día alguien te recuerda que la velocidad con la que pasa el tiempo es bastante diferente a como la percibes.

Para mí, hoy ha sido uno de esos días, me he encontrado con una niña a la que le daba catequesis y me ha recordado que parece que fue hace dos días cuando derramaba mis últimas lágrimas por un amor no correspondido o despedía a una buena amiga.

Detesto la sensación de vivir en un reloj de arena que no se detiene, hasta que se queda sin arena. Esto se debe sobre todo porque me recuerda el poco tiempo que me queda en esta vida para rectificar algunos errores cometidos en el pasado.

A este respecto, hoy he decidido el colegio al que voy a ir durante los primeros meses del año que viene, me ha costado mucho tomar la decisión porque me aconsejaban tomar otra decisión más interesante desde el punto de vista laboral, afortunadamente, me doy cuenta de que he acertado.

Voy a ir a un colegio al que nadie quiere ir, un colegio con niños de un entorno muy desfavorecido y problemático, por un momento dude, algunas personas ideaban un escenario más cargado de oportunidades, con mejores perspectivas, pero mi futuro, si tiene que ser este será en un entorno como al que voy, no lo concibo de otra manera.

Posiblemente esta sea la última vez que pise un colegio y he decidido mantenerme fiel a mi mismo, a mi idea de que todo el mundo merece una oportunidad; no pretendo ser pretencioso, ni orgulloso, ni fanfarronear, simplemente recordarme a mi mismo (que es el objetivo de este blog) quien soy y quien quiero ser.

Mi principal problema en estos años, es que de vez en cuando olvido quien soy y me pierdo en tormentas que no me llevan a buen puerto. Al ver a esta chica, he recordado mis viejos errores y aciertos, para alegrarme de haber tomado la decisión acorde a mis principios.

He llegado al mundo de la educación de rebote, gracias a la acción de buenas personas que aparecieron en el momento adecuado y supieron tener fe en mí, siento que si en esta vida me tengo que dedicar a esto, tengo que hacer lo mismo.

Es necesario recordar donde tropezaste para no volver a caer.