martes, 28 de enero de 2014

El largo adiós.

Todo el mundo coincide en señalar, que las enfermedades asociadas al síndrome de Alzehimer, son mucho más duras para los familiares que para los propios enfermos.

En mi familia, llevamos luchando contra esta enfermedad tres largos años; mi madre ha empeorado bastante en estos últimos meses, aunque por fortuna todavía mantiene un grado de autonomía lo bastante grande en comparación con lo que está por venir.

La dureza de esta enfermedad, no es el hecho de ver tan vulnerable e indefensa a la persona que ha cuidado de ti tantos años, y que pensabas que siempre lo haría; tampoco hallamos esta dureza en las lagunas mentales que tiene esta persona, hasta llevarla al punto de no reconocer a su marido a sus hijos. En el primero de los casos ese sentimiento de indefensión, las familias lo compensamos con amor, mucho amor, o como todo el mundo me receta, paciencia y cariño; en el segundo de los casos, ella tiene lagunas en las que no nos reconoce y sabemos que con el tiempo no nos reconocerá, pero nosotros a ella sí, por lo que nuestro vínculo de unión permanecerá.

Lo peor de esta enfermedad, es que a los cuidadores, nos mantiene en una perenne despedida; todos los días nos despedimos un poco de ella, porque no sabemos si será la última vez que la veremos o que podremos hablar con ella, en uno de esos momentos de lucidez. El largo adiós es la más amarga de las despedidas.

Esa sensación de que en un solo minuto, su cerebro haga click y borre tu imagen para siempre, es angustiosa porque sabes que ella físicamente seguirá estando, pero mentalmente la has perdido para siempre. Por este motivo, desde mi experiencia de estos años como cuidador, he llegado a la conclusión que lo único que se puede hacer con un padre o madre con Alzehimer es darle muchos besos y abrazos (nunca sabes cuando van a ser los últimos que disfrute).

Si tuviéramos claro que la vida es un largo adiós, yo creo que nos daríamos muchos más besos y abrazos de los que nos damos, no tendríamos miedo a querer y nos daríamos cuenta de que al final, es lo único que nos llevamos, ¿dónde irán los besos que no damos?

Desde aquí mando un fuerte abrazo a todos los que tienen algún ser querido con Alzehimer y les animo a contactar conmigo si necesitan desahogarse.

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