lunes, 12 de diciembre de 2011

Guerras sin sentido, batallas perdidas.

Las guerras no tienen sentido ninguno, siempre producen dolor y desolación.

Pero hoy no quiero hablar de guerras con armas y balas, hoy quiero hablar de las guerras que todos tenemos en nuestro día a día, esas que en muchas ocasiones nos impiden ver los verdaderos problemas de la vida.

Nos puede preocupar un examen de geometría de la carrera, la falta de trabajo, la falta de amor y una gran lista de cosas por las cuales nos sentimos infelices. Sin embargo no nos damos cuenta de que todas estas guerra sin sentido son batallas perdidas.

Batallas perdidas ya que la vida es en sí misma una batalla que no podemos ganar, la sombra de la muerte nos acecha y en muchas ocasiones en el peor de los casos acecha a nuestros seres queridos.

Un buen día tus padres se te han hecho mayores y dejan de respirar, entonces ya es demasiado tarde para hacer las paces con ellos y poner las cosas en orden, de nada vale llorar ante una lápida.

Últimamente, he conocido mucha gente orgullosa, con el ego tan elevado que no son capaces de ver nada bueno en los demás y nada malo en ellos mismos. Me dan tanta pena, estoy casi seguro que un buen día echaran la vista atrás y se darán cuenta de lo equivocados que han estado, la razón o no razón es otra batalla perdida.

Tendemos a pensar que la vida hay que pelearla pero nos equivocamos de armas e incluso nos equivocamos de combate.

El combate de la vida pasa por amar y ser feliz, amar y perdonar, amar y ser amado.

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