lunes, 9 de enero de 2012

Momentos que cambian una vida.

La vida es cuestión de minutos ya que a pesar de que necesitamos 9 meses para nacer apenas nos hacen falta unos minutos para morir.

Siempre nos asusta y a pesar de que tengas fuertes creencias respecto a que es un paso que todos debemos dar, nos impresiona, sobre todo la muerte de nuestros seres queridos.

Esas personas que te han acompañado tantos años y que han dado lo mejor de ellas mismas para que no te faltara nada, nos apena ver como su vela se consume de manera inexorable y nos provoca dolor.

He pasado unos días viviendo una de estas situaciones límite en el hospital, me he mentalizado que tengo que ir despidiendo a las personas que más quiero en el mundo, aunque de modo egoísta espero que falten muchos años sé que antes o después se debe de producir lo inevitable y debo estar preparado.

Pero estos días en el hospital me he dado cuenta de otras cosas que ya sabía pero que a veces es necesario recordar.

He recordado la cantidad de gente que tengo cerca, que me quiere y se preocupa por mi, al mismo tiempo que he podido observar como otra gente que parece que esta cerca de mi no lo está.

He recordado la labor que hace el personal de un hospital, desde la limpiadora hasta el jefe médico, como trabajan y como son un ejemplo de trabajo vocacional. No tiene precio la labor que hacen y que muchas veces menospreciamos del modo más vil.

Y sobre todo he recordado lo que es el amor, viendo a mi padre llorar ante la cama de mi madre, viendo como toda nuestra pequeña familia más una personeja nueva nos hemos volcado en la recuperación de ella.

El amor y la muerte, la muerte y el amor ¿por qué siempre tiene que ocurrir algo grave para recordar lo que es el amor? El amor es lo único que nos vamos a llevar a la tumba y es lo único que nos servirá como pasaporte a un plano superior.

Desde aquí os animo a amaros los unos a los otros, aunque como ya sabéis esta frase no es mía, fue de una persona mucho más inteligente y sabia que yo.

1 comentario:

EL CHACHE dijo...

Me alegro muchísimo que a esa Rosa, que sólamente le faltaba darme de comer con cuchara cuando iba a tu casa, le queden todavía muchos años de dar guerra.

Ya sabes que eres amado, de que forma y por quien.