martes, 29 de enero de 2013

El abuelito


Un buen día el abuelito caminaba por el parque; Tenía ya muchos años, había vivido una dura postguerra y a pesar que nunca se quejaba también había vivido una dura infancia en la que tuvo que comenzar a trabajar muy pronto y muchos días privarse de cosas que hoy en día no se nos pasa por la cabeza renunciar a ellas ni siquiera un minuto.

El abuelito se cruzó en el parque con un grupo de niños que jugaban a la pelota en el parque e intentó pasar a una distancia prudencial para evitar ser golpeado con el balón, aún así, ya sabéis cosas que pasan, un chut de Manolito directo a la escuadra acabó en las piernas del abuelito que por poco cae al suelo. Evidentemente el buen hombre no pudo evitar soltar un alarido de dolor y queja, acompañado de un chascarrillo de esos que sólo la gente de cierta edad sabe liberar a la atmósfera como si se tratara de un cohete a la luna; Los niños salieron corriendo, riéndose del pobre hombre y éste no podía dejar de pensar en que algo esta pasando y que a pesar de haber vivido tantos años no encuentra una respuesta lógica.

El abuelito siguió caminando a ritmo lento y tranquilo, afortunadamente el balonazo no lo había tirado al suelo pudiendo causarle la rotura de un hueso o de la cadera, lo que hubiera resultado fatal a su edad; De repente observó a los lejos como un joven de unos 40 años (porque hoy en día somos jóvenes y actuamos como tal hasta que cumplimos los 80) dirigirse hacia él rápidamente.

Cuando el joven hubo llegado casi a su altura empezó a vociferar y a soltar a la atmósfera intentos de chascarrillos que como bien podéis imaginar no tenían ni por asombro el efecto del chascarrillo del abuelo, podríamos decir que en este caso el cohete a la luna estaba averiado. Evidentemente se trataba del padre-colega de uno de los niños que habían golpeado al abuelito y que evidentemente no podía permitir que nadie a su niño riñera ya que su hijo era perfecto con todo el mundo (aunque en casa no pudiera sujetarlo quieto un minuto sin que estuviera rompiendo nada o liando alguna).

El abuelito como hombre sabio que era, porque la sabiduría no la enseña un libro igual que la enseña la vida y los años, decidió disculparse gentilmente, dar la vuelta y seguir su camino; Cuando llegó a casa se encontró con su mujer, aquella con la que había pasado toda la vida peleando por un poco de aire para respirar, un plato de comida para comer y le dijo: “hoy he visto al niño” a lo que ella contestó: “¿cómo está?” el la miró con ternura y le dijo: “creo que no muy bien, sigue mal criando a nuestro nieto para compensar el divorcio, no recuerda para nada que nosotros lo queremos con locura a pesar de nuestras pequeñas broncas y castigos, a pesar de nuestras virtudes y defectos, a pesar de sus virtudes y defectos, él no ha aprendido nada”.

Esta historia pretende una reflexión sobre la cantidad de padres jóvenes que conozco que se dedican a ser “colegas” de sus hijos, olvidando su papel de padre y que para más INRI cuando sus padres, esos nuevos abuelos que han recogido el testigo de nuestros viejos abuelos, intentan decirles que algo no va bien, los aíslan en un asilo o los ignoran.

Vivimos tiempos en los que el ser humano ha olvidado algo fundamental, no somos eternos ni invulnerables, debemos de intentar formar a los miembros más jóvenes de nuestra sociedad en el esfuerzo, la tolerancia, la solidaridad y el compromiso porque algún día se tendrán que enfrentar ellos solos al mundo y en ese caso no tendrán a su “padre-colega” para salvar la situación.

1 comentario:

EL CHACHE dijo...

¡¡Me alegro de tu regreso!!, lo he visto de casualidad repasando mis webs favoritas. Imagino que habrás oido a este hombre: http://www.youtube.com/watch?v=ZfoAsNVkjAM
Lo que dice prácticamente es la biblia de la profesión de padre, y suscribo punto por punto sus palabras, pero es muy muy muy difícil aplicarlo. No obstante, totalmente de acuerdo con tu entrada.