miércoles, 2 de mayo de 2012

A la carrera.

Estoy en pleno proceso de exámenes, no sólo lo noto en que mi sentido del humor se agría sino que también lo noto en mis pocas horas de sueño (más escasas de lo normal) y en que necesito alguna dosis extra de coca cola para mantenerme despierto tanto en el trabajo como en las clases. Al igual que estos años atrás no dejo de preguntarme ¿por qué me metería yo en este rollo? Supongo que la respuesta ya la habéis encontrado en anteriores entradas de este blog y no es necesario responder, simplemente es una pregunta inevitable producto de la tensión y los nervios. Lo más triste es que mi vida se ha convertido en un examen continúo desde hace ya tiempo, examen personal, laboral y académico. Estoy intentando aguantar la presión lo mejor que puedo y sé pero creer si os digo que hay veces que me veo tentado a tirar la toalla en esta aventura que es mi vida. Entonces es cuando miro a los ojos de mis padres cargados de años y me doy cuenta de que vida sólo hay una y que lo que no sea capaz de hacer ahora lo perderé para siempre porque conforme avanzan los años, la llegada de la enfermedad y el deterioro es inevitable. Es triste constatar que el tiempo se acaba y por eso envidio a la gente que se siente eternamente joven, sin ser consciente de lo limitado de su tiempo. Mi vida se ha convertido en una carrera contra el tiempo, en la que cada pequeño tropiezo supone subir el grado de dificultad a mi proyecto personal de vida. Lo único que puedo hacer es apretar los dientes como hasta ahora y esperar, pero como siempre será una espera a la carrera.

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