jueves, 25 de septiembre de 2014

Otoño.

Llega el otoño a la ciudad y el calor del verano comienza a decirnos adiós. La lluvia cae sin cesar todos los días y hace que la gente acelere el paso en las calles buscando el calor del hogar o la protección de un techo que solo algunos afortunados llaman hogar.

Se nota en las caras de la gente la preocupación económica, la incertidumbre laboral y múltiples problemas que los mantienen ocupados mientras que no son conscientes de lo limitado de nuestro tiempo aquí. Todos somos efímeros como las estaciones del año y el reloj parece avanzar cada vez más rapido conforme pasan los años.

Lamentablemente, nos van a quedar muchas cosas pendientes en nuestra lista de tareas, pero algo que no podemos dejar de hacer es contribuir a que nuestro mundo sea un poco más justo, dejar un legado moral a las nuevas generaciones.

La lluvia no distingue de condición e iguala a toda la humanidad, es un regalo de la naturaleza para recordarnos nuestra pertenencia a la vida y para que no olvidemos nuestra vulnerabilidad. Todos necesitamos de todos, todos vamos a vivir escasos años, nos iremos como la fina lluvia de otoño que nos hace acelerar el paso en busca del calor del hogar.

Sigue cayendo la lluvia, sigue mojando las cabezas de la gente pero desgraciadamente sigue sin calar en el corazón y muchas veces no encotramos el hogar, sin saber que ya estamos en él, la Tierra.

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