Y es que muchas veces aparece un bichejo que se te cuela en la vida, al que adoras y que te sientes muy vacío cada vez que se va lejos por motivos laborales.
Supongo que a ese bichejo se le echa de menos y de más al mismo tiempo, supongo que es la gracia, que deseas irte en fantasías por los tejados pero cuando despiertas y la ves durmiendo a tu lado con esa cara de angelillo te das cuenta de que estas donde quieres estar.
Los hombres, esos animales tan impulsivos, esos animales que pensamos tanto con el pene y tan poco con la cabeza, esos grandes tontos que pensamos que necesitamos siempre saciar nuestro apetito sexual para ser felices y no nos damos cuenta de que quizás tenemos la felicidad más cerca de lo que pensamos.
Cada vez que me hago un poco más mayor, aprendo a valorar todavía más a la personeja que se ha colado en mi vida y mira que es pequeñita pero no le llega nadie a la altura de los tacones, en ningún sentido.
Por supuesto que como hombre que soy (Por suerte o por desgracia) en alguna ocasión pienso con el caballero de la cabeza púrpura, me vienen esas ideas de Don Juan, no soy de cartón piedra cuando veo algo que me atrae, pero por suerte creo que sé valorar las cosas en su justa medida y no creo que me vaya a perder nada, ni siquiera veo como un sacrificio la fidelidad, entre otras cosas porque no me las exigen, al menos en el sentido tradicional, mi pequeña sólo me pide que sea fiel a mi mismo.
Y es que el sacrificio se produce cuando haces algo que no quieres hacer o dejas de hacer algo a la fuerza, mi mini nunca me ha exigido eso, es lo que siempre me ha cautivado de ella, como siempre insiste en que sea feliz y que viva mi vida como crea oportuno.
¿Es la mujer de mi vida? Pues no tengo ni idea, ya que la vida es eso que pasa mientras que estas ocupado en otras cosas pero mientras tanto pienso seguir valorando lo que tengo y peleando cada día por conservarlo.
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