lunes, 22 de agosto de 2011

La crisis.

Esta maldita crisis económica parece no acabar nunca.

Siento una gran tristeza observando como cada vez hay más gente pidiendo en la calle, buscando en contenedores e incluso ya han llegado al polígono industrial, ya no buscan solo trabajo, buscan ayuda económica.

Pero esta crisis económica no es lo que más me asusta es la crisis existencial y personal que parece perseguirnos a todos.

Observo como muchas personas no son capaz de mirar más allá de su nariz para ver el sufrimiento humano y la miseria que a no muchos kilómetros e incluso metros de sus casas se produce.

Veo como familias se desmoronan, como se producen malos tratos en el hogar, como nos manipulan para creer lo que quieren que creamos, como se organizan movimientos que no dejan de ser más manipulación (tiempo al tiempo).

El hombre esta perdiendo lo único que jamás debería perder su libertad de pensamiento y acción, lo más triste es que nos disfrazan este robo justamente de lo contrario.

Hoy creemos sentirnos más libres que nunca, pensamos que controlamos todo y realmente no controlamos nada, todo esta en manos de los nuevos señores feudales que juegan a hacernos creer libres.

Esta nueva humanidad se deshumaniza, hemos olvidado el llorar con el dolor ajeno, a sentir hambre con la hambruna ajena e incluso a dejar de lado al enfermo porque nos molesta. La televisión nos manda mensajes de juventud, belleza, imponer la razón con gritos, lujo, droga, desenfreno y ¿dónde queda la enfermedad? ¿la vejez? ¿la pobreza? Quieren que ignoremos la otra cara del ser humano, la cara que nos exige lo mejor de nosotros.

Siempre he pensado que las crisis económicas pasan, pero las crisis humanitarias no se van tan fácilmente, los que ayer gritaban guerra no, hoy gritan que hay que ayudar a Somalia, los que ayer gritaban Benedicto, ayer gritaban Juan Pablo, pero lo triste es que entre grito y grito el mundo no cambia o mejor dicho cambia a peor.

Mientras intentamos resolver nuestras crisis, mientras que nos lamentamos por no haber viajado al Caribe este año o mientras que echamos de menos cenar en un cinco estrellas, hay gente que no tiene nada que comer o no tiene para pagar la hipoteca o recibe una paliza de muerte de su marido o...

Maldita crisis...

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