martes, 5 de febrero de 2013

La serpiente y el mosquito.

Era un caluroso día de verano cuando Jorge se disponía a echar una siesta cerca de su árbol favorito.

La comida había sido copiosa y la hora del día, así como la sensación de quietud que reinaba en el ambiente obligaban a dormir un rato.

Un mosquito a lo lejos observaba la escena y no puedo evitar la necesidad de detener su zumbido sobre una rama para intentar descansar un rato.

Jorge comenzó a dormir y el mosquito observaba la cándida cara del muchacho y por un momento soñó con ser hombre pero recordó que los mosquitos están condenados a ser mosquitos por mucho que sueñen.

De repente por la espalda de Jorge apareció una serpiente de cascabel que se disponía a picar a Jorge, el mosquito alzó su vuelo y se lanzo hacia Jorge para picarle y avisarle del peligro que corría, pero Jorge al oír el zumbido del mosquito se despertó, matando a éste justamente en el momento que le picaba; La serpiente debido al sobresalto de Jorge salió huyendo despavorida, de todos es conocido que las serpientes siempre atacan por la espalda.

Jorge maldijo al mosquito por estropearle la siesta y jamás se dio cuenta de que con aquella picadura, aquel pequeño mosquito que quiso ser niño le había salvado la vida.
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En la vida, desgraciadamente, todos encontramos serpientes que nos quieren atacar por la espalda y en numerosas ocasiones, en lugar de agradecer la picadura momentánea de quien nos intenta ayudar, preferimos machacarlo de un golpe.

Hace años me dí cuenta, que el amigo verdadero es aquel, que como el mosquito, te pica y su picadura te escuece unos días, pero sirve para evitar ser mordido por la serpiente. Por desgracia, es una lección que no demasiada gente ha sabido aplicarse y siguen considerando la amistad como un juego que consiste en decir lo que el otro quiere oír.

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