jueves, 27 de junio de 2013

Adiós.

Hace unos años escribí que mi fiel perra Diana se moría y hoy puedo decir que mi maravillosa amiga se encontró con algunos años extra de los que ha disfrutado y nos ha hecho disfrutar; Hoy sin embargo hace escasos minutos vengo de dar con ella un último paseo camino del veterinario, un paseo para el cual la he tenido que llevar en brazos.

Ha sido un gran apoyo en quizás los años más duros de mi vida y una vez más me ha demostrado que las personas tenemos mucho que aprender de los animales. Uno se para a reflexionar sobre estos seres que su único objetivo es hacernos felices y nos damos cuenta de que son apoyos incondicionales que nos encontramos, al contrario que algunas personas que parecen ser felices torpedeando nuestra vida.

El problema de las mascotas es que normalmente viven mucho menos que sus amos y nos recuerdan lo efímero de la vida ¿estamos preparados para la muerte? ¿nos aterra la idea de llegar al fin? ¿por qué no celebramos la vida en lugar de la muerte? Son preguntas que cada uno de nosotros debería contestarse y que no pretendo responder aquí.

Mi Diana se va a unir en el cielo a muchos otras mascotas que he tenido y va a hacer compañía al pequeño Samuel que nos dejaba tristemente hace dos semanas, seguro que cuida de él como ha cuidado de mí y además van a estar acompañados de todos mis seres queridos que sin duda me esperan algún día para volver a compartir nuestras sonrisas y lágrimas.

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