lunes, 5 de septiembre de 2011

Olme.

Como ocurre con muchas personas la primera vez que ves a Olme las apariencias engañan, por fuera parece un tipo bruto y rudo, supongo que tiene mucho que ver esas manos grandes y esa forma de hablar tan característica, pero cuando escarbas un poco en él te das cuenta de que una vez más no es tan fiero el león como lo pintan.


Olme es un ejemplo de esas personas comprometidas con su trabajo y eso es decir mucho de él, sobre todo teniendo en cuenta que su trabajo no le va a servir para hacerse rico (Rico al menos en el sentido que mucha gente de la que trabajamos tenemos en mente). Es un trabajo vocacional, desagradecido en muchas ocasiones y hoy en día infravalorado.

En su trabajo no tiene festivos, ni siquiera los domingos, de hecho son los días en los que más trabaja, aunque yo puedo dar fe de que su despacho echa humo el día que sea ya que no hay un solo momento que no veas cantidad de gente agolpándose en la puerta esperando turno.

Su trabajo es muy sencillo y muy complicado a la vez ya que consiste en amar, escuchar, ayudar, y hablar con franqueza entre otras cosas; Y digo que es complicado porque hoy en día ¿quién tiene tiempo para amar? ¿para escuchar? ¿para ayudar? Y ya de la franqueza nos olvidamos por completo... Y es que corren tiempos que no tenemos tiempo para nada que tenga que ver con las tripas, cada vez parecemos más máquinas de producir dinero y en el peor de los casos máquinas de producir dolor ajeno.

Ya he hablado de su trabajo, ahora hablaré de otro compromiso que Olme tiene adquirido: sus amigos. Olme es una persona que siempre está cuando la necesitas y tiene un millón de amigos, en muchas cosas puede no compartir tus ideas pero siempre acaba por aceptar tu punto de vista, a pesar de que una vez más esa apariencia de chico brutote y esa voz te engañen, incluso parece enfadarse (O se llega a enfadar) pero al final te despide con la sonrisa de siempre y su adiós majo.

La pena que me da es que mi situación personal no me ha permitido hacer todo lo que podía haber hecho y todo lo que podía haberle ayudado, eso queda en mi debe personal pero espero que si algún día mi búsqueda personal de equilibrio lo permita hacer que se sienta orgulloso de mi.

Supongo que algunos a estas alturas de esta entrada en el blog ya sabéis que Olme es sacerdote, al igual que supongo que algunos debido a los prejuicios que nuestra sociedad esta creando en torno a la figura de los sacerdotes, en este momento o en el momento que habéis averiguado su profesión estáis meditando dejar de leer.

Pero os puedo decir que mi amigo Olme no es un pederasta, no se está llenando los bolsillos con el dinero de los feligreses, no se dedica a acostarse con unas y con otras, no pasa el cepillo para comprar oro.

Evidentemente como ser humano que es, tiene sus luces y sus sombras pero ¿quién no? Las luces y las sombras conviven en el corazón de las personas desde que el hombre es hombre, pero lo importante es que al hacer balance en nuestro corazón haya más luces que sombras y que hayamos sido capaces de dar luz.

Mi amigo Olme en ese sentido es una linterna ya que ha dado mucha luz a mucha gente y lo mejor de todo es que le quedan pilas para rato, yo solo espero que en los momentos en los que la oscuridad acecha recuerde que no esta solo y que mucha gente le queremos.

Olme me ha repetido en numerosas ocasiones que le encantaría ser padre, tener su propia familia y en esos momentos me da pena porque yo tengo esa posibilidad y no siento esa necesidad. Algún día espero que la iglesia católica permita a los sacerdotes al igual que hacen los anglicanos a casarse y tener hijos porque estoy seguro de que sería un gran padre pero mientras tanto sólo puedo decirle que para muchos ya lo es.

Siempre me quedará el recuerdo de los momentos vividos como suelen decir las canciones, aquellas visitas a los pisos de inmigrantes en los que pude observar de primera mano el cuarto mundo, las guardias en Caritas, la convivencia en Santa Ana, las fiestas en casa de los Pavonianos, las palabras de aliento, la ayuda prestada y sobre todo la bendita paciencia que has tenido y es que ahora Olme, como tantos otros héroes anónimos se va de Albacete se va como llegó sin hacer ruido y a la espera de nuevos retos.

Supongo que en ningún periódico se podrá leer que el sacerdote volcado con los pobres y los inmigrantes de la parroquia del Espíritu Santo deja Albacete, lamentablemente no es noticia pero para algunos si lo es y podemos afirmar que te echaremos de menos aunque esto simplemente es un hasta luego.


1 comentario:

Celfa dijo...

Ohhh, qué entrada más bien escrito Woodman, y cuanta razón tienes. Yo no he conocido a Olme y estoy segura que me hubiera caído genial! Siento mucho su pérdida porque seres así nos hacen falta en la tierra!!!

Yo también deseo que la Iglesia permita tener familia a sus sacerdotes como ocurre en otros países. Es que no entiendo qué tiene que ver una cosa con la otra, pero bueno... en fin...

Un abrazo fuerte.

Arantxa