viernes, 10 de octubre de 2008

Lluvia en la carretera.

Llevas ya unas 4 horas conduciendo y empieza a llover.

A tu lado tu amigo duerme tranquilamente en el asiento del copiloto y tu cabeza empieza a repasar las imagenes mentales de lo que ha sido tu vida en estos ya 31 años.

Empiezas a pensar en quien querías ser de crío, en que te has convertido e intentas averiguar en quien te convertirás.

Los buenos recuerdos prevalecen sobre los malos y esto es muestra de que la cosa no va mal, hasta no hace mucho era al revés.

Piensas en que a pesar de ser un poco diferente al resto eres una persona que vale mucho la pena y que aunque te sientas solo hay cantidad de gente dispuesta a arroparte solo tienes que abrir los ojos y verlo.

Mientras tanto la lluvia sigue apretando y recuerdas como has ido formando una personalidad y que hay cosas que no vas a cambiar nunca, que no vas a dejar que nadie te vuelva a hacer daño y que has visto ya cosas que muchos ni sonarían, sonríes y te sientes fuerte, te sientes intocable, sientes que tu vida tiene sentido y que la soledad es como la lluvia en la carretera llega un momento que deja paso a un gran arco iris.

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