domingo, 8 de agosto de 2010

Las heridas del amor.

No deja de sorprenderme como no recuerdo ya nada de la pena que me embargaba hace unos años.

Y es que me puse a releer cosas que había escrito hace unos años para recordar la sensación dolorosa de tener el corazón atravesado por una lanza y ver como la otra persona disfruta de remover la lanza.

Ahora han pasado algunos años y me doy cuenta de que estoy mejor que nunca y que ese dolor se ha ido de la mano del olvido.

Supongo que no ha sido un camino fácil y que como siempre digo, el camino empieza por sentirse bien con uno mismo, dedicarse un tiempo y por supuesto tener suerte para encontrar personas buenas que te tiren cabos y no te dejan ahogarte en el mar del dolor.

Ayer intentaba recordar cosas que hace unos años parecían heridas incurables y no recordaba casi nada supongo que ahora simplemente son cicatrices bien cerradas.

Y es que muchas veces pienso que las heridas del amor son duras, pero nos empeñamos en hacerlas más duras, nos encanta meter los dedos en nuestras heridas y hurgar en ellas, en lugar de intentar no pensar en ellas, que es la mejor manera de que cicatricen cuanto antes.

Supongo que es otra lección que he aprendido, aunque para ser sincero espero no tener que aplicar.

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