lunes, 16 de agosto de 2010

Viviendo una mentira.

Últimamente pienso mucho sobre si la vida es la mayor mentira jamás contada.

Vives por un espacio de tiempo relativamente corto, a veces desgraciadamente más corto aún que la media y durante el tiempo que vives te dedicas a intentar ganarte la vida para pagar tus deudas, deudas que sin meterte en muchas historias siempre aparecen.

En la vida uno nunca termina de aprender, hasta el día en el que mueres te puedes llevar alguna lección valiosa y la verdad no me hace ni pizca de gracia no tener controlado y bien atado todo.

Aunque claro supongo que la gran mentira de la vida es engañarte a ti mismo. Conozco cantidad de gente que trata de engañarse a si mismo de mil maneras.

Gente que vive sólo para trabajar y amasar grandes cantidades de dinero, pensando en que se van a poder llevar algo de ese dinero al otro barrio.

Gente que vive sólo para gastar por encima de sus posibilidades, pensando que ya harán algo cuando se queden sin él.

Gente que vive sólo para mentir y jugar con el corazón ajeno, diciendo que son ellos siempre las victimas de mil historias amorosas que acaban mal.

Gente que vive sólo para quejarse de que no reciben ayuda pero simplemente no se dejan ayudar, ni quieren escuchar un buen consejo, siempre a la defensiva y en llorando por los rincones, eso sí, luego haciendo lo que les viene en gana, pisando a quien haga falta.

Gente que vive sólo para decir que no viven, que todo les sale mal y que nunca intentan nada.

Todos estos ejemplos de gente común y corriente que seguro que conoces, gente que nunca sabrá que las personas que vivimos esta mentira continua que se llama vida, hemos nacido para la gloria.

Hemos nacido para intentar cada día ser un poco más felices.

Hemos nacido para disfrutar del día a día, para guardar un euro en el banco tras pagar nuestras deudas por el que pasará, para gastar lo que necesitamos gastar y sin necesidad de tener un yate porque no nos gusta el mar, para pelear por nuestros sueños, porque lo bonito de los sueños no es conseguirlos sino la pelea.

Hemos nacido para amar, sin pensar en el final, y si tiene que llegar el final pues ya vendrá otro amor que nos haga volver a sentir y si no viene pues no pasa nada, ya nos querremos nosotros lo suficiente.

Hemos nacido para morir, pero al menos viviremos a nuestra manera, en esta mentira que es la vida, viviremos nuestra verdad.

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