lunes, 24 de enero de 2011

Dulce condena.

Han pasado ya algunos años desde la primera vez que conocí en una fría habitación de hospital a la personeja más buena que nunca he conocido.

No podía imaginar por aquel entonces todo lo que ha ocurrido después, todos los cambios que hemos ido experimentando, en lo personal, en lo profesional y sobre todo en nosotros.

No soy persona de celebrar aniversarios, de celebrar cumpleaños, ni cosas parecidas, ni siquiera sé el día que nos toca institucionalizar el amor y la verdad no me hace falta.

Cada día que pasamos juntos, es un día más que pienso lo a gusto que estoy en casa y aún más sabiendo que tengo la libertad para volar por los tejados, simplemente los tejados me parecen fríos y me quedo con esta dulce condena.

Me asusta ver como el pasar del tiempo, me empuja cada vez más a estar juntos y aunque intento resistirme, acabo deseando que llegue el viernes para poder volver a vernos y añoro ese mes de Agosto en el que nos probamos que lo nuestro no es una amistad condenada al fracaso con la convivencia, lo nuestro es una amistad verdadera.

Espero que nunca pase nada, pero que si pasa, sepamos estar a la altura y demostrarnos que de verdad siempre vamos a estar ahí el uno para el otro.

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