martes, 4 de agosto de 2009

La muerte para celebrar una vida.

Es inevitable sentirse triste cuando un ser querido se nos muere.

Esta semana ha sido una semana de entierros y de muerte, pero prefiero pensar que ha sido una semana de celebrar vidas ya que en ambos casos he visto como la gente que ha muerto, se ha ido entre buenas palabras y no buenas palabras huecas sino buenas palabras de corazón.

He visto que vale la pena siempre ser coherente y buena persona, que al final todo tiene su recompensa y por fin a pesar de tanto sufrimiento, la verdad sale adelante.

¿Qué hay más bonito que morir rodeado de la gente que te quiere? Seguramente lo único que mejore eso sea la vida misma pero todos algún día nos vamos, nos vamos para que otros vengan y ocupen nuestro lugar en la tierra porque nuestro lugar en el corazón de las personas es insustituible.

Hace ya más de 2000 años una persona muy sabia se dejo matar delante de los suyos, pero les prometió que siempre estaría con ellos, con sus amigos y lo cumplió.

Años después, muchas personas, muchas iglesias, muchas religiones han modificado el mensaje de esta persona a su antojo pero el mensaje para quien sabe ver es el mismo, haz el bien con todo el que puedas, intenta estar siempre presente en el corazón de tus amigos, que te tengan presente hasta cuando no estés.

Por mi parte he reflexionado mucho estos días sobre lo corta que es la vida, sobre lo que me gustaría que fuera mi despedida y me encantaría donar todos mis órganos a otras personas, tener un entierro rodeado de mis amigos, que no me lloraran mucho pero que si me recordaran siempre, pero bueno para eso aún falta mucho... ¿o no?

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