jueves, 5 de noviembre de 2009

El sabio que supo mirar al cielo.

Hace muchos años en una aldea pequeña de África un pequeño niño y su hermano anhelaban convertirse en los más sabios de todo el poblado.

Consultaron al más anciano de la tribu y este les aconsejó que si querían ser los más sabios se dedicaran a estudiar las estrellas.

Uno de los hermanos se dedicó a preguntar una y otra vez a todos los miembros de la tribu ya que pensaba que sería la manera más corta de aprender lo que necesitaba para convertirse en el más sabio.

Se dedicaba a ir de una persona a otra haciéndoles preguntas sobre las estrellas, pensaba que así sería mucho más fácil y cómodo entender las estrellas, le darían todas las respuestas a sus preguntas.

Por contra el otro hermano se pasaba el día entero mirando al cielo, apenas hablaba con nadie ni dormía, sólo miraba al cielo hora tras hora y en su interior se hacía preguntas totalmente distintas a lo que el resto del poblado comentaba con su hermano.

El hermano que miraba al cielo tuvo que aguantar las bromas de todo el poblado, pensaban que se había quedado tonto de tanto mirar al cielo, que su hermano en menos tiempo se había vuelto mucho más sabio que él.

Pero pasaron los años y ¿quién pensáis vosotros que se convirtió en el más sabio?

Yo lo tengo claro, lo que con nuestro trabajo y esfuerzo se aprende no se olvida aparte de que si somos capaces de aceptar el trabajo y el esfuerzo como parte de nuestra vida tendremos la suerte de que nos guste esforzarnos.

Lo importante es siempre mirar al cielo y no al dedo que señala al cielo.

Desde aquí animo para todos los que miramos al cielo en nuestro día a día.

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