lunes, 8 de julio de 2013

Finales felices.

Creo recordar que hace tiempo ya escribí una entrada que se titulaba finales felices, quizás me hago mayor y repito títulos o quizás estoy nervioso ante un largo viaje que me espera esta semana.

Estos últimos años he estado acostumbrado a viajar menos de lo que solía y supongo que el hombre cuando no cambia mucho de sitio acaba ligado a la tierra que pisa para toda la vida. De todos modos el viaje que voy a emprender se encuentra englobado dentro de otro viaje más espiritual y complicado que coger un avión para pasar un par de meses fuera de tu casa.

Este viaje espiritual me lleva a dejar atrás mi proyecto de vida definitivamente, ahora ya no hay vuelta atrás y estoy dejando atrás recuerdos de personas y cosas que ya no están. Lo mejor de todo es que lo estoy haciendo con una mano delante y una mano detrás siendo consciente del vértigo que eso da.

Soy una persona que necesitaba tener programado el alfabeto completo de la A a la Z y estos últimos años como mucho llego a la B; Supongo que al menos cuando me vaya del mundo podré decir que he vivido unos cuantos años como he querido, siguiendo mi corazón y buscando la felicidad.

En esta batalla puedo dar gracias de que no he estado solo, he tenido el apoyo de mis amigos de verdad, aquellos que siempre me han animado y siempre han estado, ya sabéis esos que puedes contar con los dedos de una mano y te sobran dedos; Gente maravillosa y buena a la que les estaré eternamente agradecido por haberme aguantado y orientado en los momentos más oscuros de mi vida.

Pero también tengo que dar las gracias a todos aquellos que me han hecho daño, en especial a mi ex pareja Julia o a mi ex empleado Juan Luis, ya que sin ese dolor nunca me hubiera lanzado a hacer lo que estoy haciendo y seguiría pensando que la felicidad es otra cosa.

Ahora puedo decir que no tengo miedo a la muerte, que cambiaría todos mis años de vida por haber podido estar en un colegio como maestro de prácticas por 2 meses escasos y haber compartido con la mejor maestra del mundo su día a día, que no cambiaría todos mis años vividos por mis partidos de tenis con mi gente del club, por un abrazo o un beso sincero de una gran persona o por las fiestas vividas con mis lolinianos.

Puedo decir que he vivido y si Dios quiere viviré persiguiendo un sueño, ¿loco? Es posible pero feliz, así quiero que me recuerdes y que cuando me vuelvas a ver reconozcas mi cara.

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