jueves, 4 de julio de 2013

Los huecos del alma

A falta de pocos días para iniciar un viaje largo que me llevará a cumplir uno de los sueños de mi vida, sentirme triste porque voy a estar un tiempo bastante largo sin ver a mi familia y amigos.

De todos modos sé que tengo que realizarlo ya que pasar un tiempo en Reino Unido siempre ha sido uno de los huecos que mi alma ha tenido presente desde hace numerosos años.

Económicamente no es que ande en mi mejor momento pero he ahorrado algo y con la ayuda de mi familia me lo puedo permitir y mañana Dios dirá, además es muy importante para mi formación pasar algo de tiempo allí y recuperar algo del nivel de inglés perdido.

            Pero hoy no quiero hablar de este viaje sino de los huecos del alma y del cómo las personas nos ponemos excusas para no llenarlos o incluso los llenamos con cosas que no los cubren. Vivimos en una sociedad materialista y consumista, no me refiero sólo a que gastamos para sentirnos mejor sino que además nos hemos vuelto consumidores de personas, exprimimos al máximo a la gente de nuestro alrededor para que nos hagan sentirnos mejor y cuando por cualquier cosa el mensaje que nos mandan no nos interesa escucharlo los mandamos a la papelera del olvido (Además normalmente con malas artes, ya que intentamos hacer que se sientan mal).

            Es triste comprobar como la gente busca en una pareja, en un hijo, en el dinero, en viajes sin sentido de un fin de semana, en la opulencia o en el falso respaldo de los falsos amigos aquello que no va a encontrar salvo que empiecen a buscar dentro de ellos mismos. Gente que en el mejor de los casos tienen buenos trabajos, gozan de salud y no paran de llorar porque piensan que el sol calientan poco en el duro invierno de la vida, sin darse cuenta de que lo único que mantiene caliente el alma es la sangra que bombea del corazón y circula por las venas.

            Esta gente pretende engañarse acusando al resto de que su bienestar se debe a que tienen todo lo que ellos no tienen y en algo aciertan, algunas personas si tenemos lo que ellos no tienen y no es una pareja, mucho dinero o caprichos de 200 euros casi todas las semanas, algunas personas aprendimos una lección de la vida que no olvidamos; Esta lección nos recuerda lo corta que es la vida, los golpes que te llevas en forma de problemas de dinero y trabajo sin saber el porqué y sobre todo nos ha mostrado que la felicidad no viene en forma de pareja, ya que una pareja no son dos siameses sino una persona más una persona que da libertad al otro para querer o no querer, para vivir, para sentir y experimentar; Pero claro para vivir y experimentar o querer o no querer uno tiene que sentirse en armonía con su alma, salvar escucharla y saber lo que quiere en cada momento, olvidar viejos tabúes relacionados con la vida, la muerte y el amor para empezar a tener una vida plena y en equilibrio.

            Equilibrio, que desgraciadamente, no se encuentra en la fiesta, el sexo, el amor, la riqueza etc. Este equilibrio sólo se encuentra en el sol, la naturaleza, los largos paseos y sobre todo en la ayuda a los demás, porque al final de cuentas todos somos seres humanos y el ser humano es social por naturaleza, encerrado en tu mundo difícilmente no serás completo y sin la luz del sol o el sonido de la naturaleza lo único que conseguirás es una depresión de caballo.


            Olvida ya los falsos amigos, el falso amor, las farsa que hemos creado, quítate la careta y empieza a vivir la vida, esta vida dura dos días y uno lo pasamos durmiendo.

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