jueves, 23 de julio de 2009

La falsedad de esta sociedad.

Ayer estaba en correos esperando mi turno para echar una carta y no pude evitar la siguiente conversación entre dos personas que se consideraban muy solidarias, estaban comparando la de cosas que hacían por el bien de nuestra sociedad.

Pues mira tu por donde por la tarde salí a hacer unas cosillas y vi a una de estas personas como a su lado se desmayaba una persona mayor y no era capaz ni de agacharse a recogerla del suelo.

Luego por otro lado, ando últimamente de debate con gente que pretende prohibir los toros a base de manifestaciones en puertas de plazas de toros, de todos es sabido que no me gustan nada los toros, que si por mi fuera no habría corridas, pero la pregunta es ¿qué pasa con la gente a la que dan de comer?

Recuerdo cuando estaba en CARITAS, colaborando con inmigrantes como gente que colaboraba con nosotros donándonos comida y ropa, para según ellos los pobres "inmigrantes" que no tienen nada, eran capaces de dejar de morir de hambre a los ancianos del cotolengo (supongo que estos al ser españoles estaban menos desamparados).

Aún recuerdo las manifestaciones contra la guerra de Irak, "no a la guerra" decían y gritaban, ¿dónde están ahora? o ¿es que ya no hay guerra en el mundo?.

Y como no, el paradigma de la hipocresia, el Vaticano, siguen negando el uso del preservativo en África, nadando en la abundancia, mientras que un pobre párroco o misionero, tiene que hacer milagros para poder ayudar a los más pobres de una comunidad.

Claro que ahora que caigo esta el típico personaje que piensa que toda la iglesia es el vaticano y se dedica a romper puertas de la pequeña parroquia de barrio y hacer pintadas, sin tener ni idea de que a lo mejor en esa pequeña parroquia se gestiona la ayuda para unas 800 familias que no tienen nada.

Las cosas siguen como siempre, seguimos derrochando el dinero, negándole el pan al resto del mundo, sin ponernos en el lugar del otro, preferimos actuar sin pensar, juzgar pero sin ser juzgados, no ver las cosas desde otro punto de vista, reconocer que todo el mundo se equivoca pero que la mayor equivocación es pensar que no nosotros no nos equivocamos nunca (que se lo digan a Aznar).

Hace años tenía más ilusión por cambiar el mundo, empecé por cambiarme a mi, intentando no derrochar pensando en la gente que no tiene nada, no comprarme cosas innecesarias y llevar una vida sencilla.

Hoy en día me apena ver lo hipócrita que nos estamos volviendo, pero bueno ya llegará la Navidad y seremos todos un poco menos egoístas...

1 comentario:

Celfa dijo...

Yo conozco a un chico que trabajaba en Guatemala. Estaba allí a través dde una organización religiosa.
Como bien dices, no es lo mismo predicar desdde el altar, que irte a terreno. Así que en cuanto llegó y vió el percal, pasó cuatro kilos de las directrices de la organización en cuestión, y se puso a actuar con coherencia.

Pues qué sorpresa! Cuando su organización se enteró, lo "castigaron" a volver a España y trabajar en una parroquia de barrio. Como esta persona es buena gente, hace esta misma labor social, pero en casa, ayudando a los chavales para que están en la calle y demás, y está igualmente encantado de ayudar a los demás. Vamos, que es un cura de barrio como Dios Manda!

¿Y qué quiero decir con esto? Pues que sí, que la falsedad está en el aire. En el aire, y en todos los casos que has mencionado.

¿Se puede acabar con ella?